Sobre Samurai Bites

"¿Hay algo menos egoísta, algún trabajo menos alienado, un tiempo mejor aprovechado que preparar algo delicioso y nutritivo para las personas que queremos?"
Cocinar. Michael Pollan.




En cada comida, hay una historia. Un recuerdo. Los olores y los sabores son muy poderosos. Para mí, el sabor de la lúcuma y vainilla, juntas en un remolino, son mi infancia en la playa de Cerro Azul. Mi mamá comprando copa K-bana para que no ensucie, aunque siempre terminaba embarrada hasta la nariz. Y eso es justamente lo que me emociona de la comida. La posibilidad de crear recuerdos sumamente fuertes, y que cada vez que algún aroma similar se asome, la gente, el cariño con el que se hizo la cena, vuelvan de inmediato.




Incluso si no se llega a cocinar, el compartir una comida es un evento que igual puede ser sumamente hermoso, lleno de cariño. Hace pocos días, por ejemplo, despedimos a una amiga a la que quiero mucho. Decidimos reunirnos y preparar una cena en mi departamento. Sabía que ese día no iba a poder escaparme temprano, así que llamé y pedí salmón en costra de chía para todas. Con papas doradas y ensalada. Tomamos un vinito, conversamos y nos reímos. Le dijimos cuánto la íbamos a extrañar y planeamos viajes futuros, de reencuentro. Ahora, cada vez que perciban algún aroma o sabor parecido, espero que mis amigas recuerdan esa noche. 


En buenas cuentas, esa es la razón principal del blog: tener una excusa más para crear recuerdos con quienes más queremos. De aprender juntos, de compartir historias. De hacer magia, porque de eso se trata. No por nada, a los cocineros en la Antigua Grecia se les denominaba "mageiros". Así que empecemos a calentar el horno, a derretir la mantequilla, a transformar. 

Buen provecho.

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